¿De qué colores estamos hechos?
Así como hay colores primarios, secundarios y terciarios… Así son los temperamentos en el ser humano… Hay cuatro temperamentos básicos que pueden ser combinados y obtener una gran variedad de formas de pensar, sentir y actuar.
La información que hoy compartiremos contigo, se basa en el libro “Enriquezca su Personalidad” de Florence Littauer.
Como en cada una de las entradas que podrás leer en este blog, la invitación es a crecer a partir de la autorreflexión. Cuánto más te conoces y comprendes por qué reaccionas como reaccionas frente a determinadas situaciones y cuál es la razón detrás de tus acciones, será más fácil comprender y conectar con tus hijos -y con las demás personas que te rodean.
Como lo hemos venido comprendiendo, existen varios factores que determinan nuestros comportamientos, el estilo (puedes ver esta entrada dando clic aquí), nuestro canal de aprendizaje (si aún no lo has leído míralo aquí) y hoy hablaremos de los temperamentos, esa otra fuerza interna que nos mueve, casi de manera automática a actuar de determinada manera frente a situaciones de la cotidianidad, pero que como todos los demás aspectos, puede ser trabajada para seguir creciendo y convertirnos en los padres que nuestros hijos necesitan, para ser el mejor coach que podrían tener.
Demos una mirada a las principales características de cada temperamento:
¿Ya te descubriste? ¿y a tus hijos…? Creemos en que: “Nuestros hijos son tan parecidos como distintos a nosotros”, en nuestras Luces y Sombras (puedes leer esa entrada aquí), y el hecho de ser tan parecidos en algunas cosas y tan distintos en otras puede ser una gran oportunidad para crecer y conectarnos.
Te pasa que “tú quieres todo ya”, porque se hace tarde, o porque hay otras cien mil cosas que hacer (que exagerados somos… seguro que no son cien mil), porque ya llega la ruta, o porque si no corremos vamos a perder la cita médica, o porque …. lo que sea, y tus hijos van al ritmo de Turbo, el caracol!!
O eres tan perfeccionista que prefieres tomarte tu tiempo y repetir o rehacer las veces que haga falta (una tarea, por ejemplo) y tus hijos todo lo que quieren es acabar con eso, ¡para poder pasar a lo que sigue!
Tal vez tu caso se parezca más a que tu hijo y tu son tan determinados y enfocados al logro que terminan chocando porque cada cual está convencido de que las cosas deben hacerse a “su manera y a su ritmo” porque “esa” es la “mejor manera.”
Hay muchas situaciones en las que podemos observarnos, a nuestros hijos y nuestras relaciones, donde podríamos descubrir cuánto se refleja nuestro temperamento en los otros, en cómo afrontamos cada reto y en los resultados que obtenemos, como padres, profesionales y humanos.
Imagínate dos “coléricos” tratando de llegar a un acuerdo, donde evidentemente no estén de acuerdo, mientras ambos están convencidos de que cada uno tiene razón y que el otro, por supuesto, está equivocado.
¿Sonó enredado?, pues así, justamente sería esa conversación. Tu hijo o hija queriendo permiso para ir a un viaje (Determinado porque aprenderá, conocerá gente nueva, usará su independencia y te demostrará lo capaz que es…) y tú creyendo que aún no está listo o lista para viajar solo o sola (Convencido de que sabes que es lo mejor para tus hijos, habiendo tenido siempre “el control de las situaciones”, teniendo una lista mental de todo lo que tu hijo aún “no es capaz de hacer”, etc.). Si ambos tratan de resolverlo desde su colérico, encontrar la solución puede ser un gran reto.
Es tiempo de seguir aprendiendo sobre ti, para detenerte cuando estás “chocando” con tus hijos, porque ambos están actuando igual; respondiendo desde el mismo estilo fuerte o con el mismo temperamento.
Puede suceder también que se presenten situaciones donde nuestros temperamentos son tan distintos, que no logramos empatizar con nuestros hijos -o con otras personas, porque sólo conocemos nuestra forma de pensar, ser y hacer. Momentos como ese, en el que no logramos entender cómo pueden tardarse taaaanto para hacer algo que nosotros haríamos en 5 minutos.
El reto está en aprender, a equilibrarnos, recordando que todos tenemos todos lo Temperamentos igual que los estilos y canales de aprendizaje, para explotar lo mejor de cada uno y fortalecer aquellos espacios donde sienta que debo hacerlo ya que eso me convertirá en el padre que realmente quiero ser para mis hijos, mejor aún, en el ser humano que quiero ser como modelo para ellos.
Recuerda que los factores que hemos compartido (estilos, canales y temperamentos), hablan de cómo actuamos, pero no determina quienes somos.
Los mejores coaches toman mucho tiempo de estudio y práctica para aprender a conocer sus clientes, para conectar con ellos, apoyarles y ayudarlos a llegar hasta donde su potencial y determinación lo permitan… ¿Qué tal si lo haces tú, con tus hijos?
Si te hace sentido lo que hemos compartido hoy y quieres saber cómo puedes integrar esta información a tu rol como padre o madre, Lee nuestro Integro de la semana, para ver cómo comprender más los Temperamentos para convertirte en el “padre/madre coach” que tus hijos necesitan.
Si aún no lo has hecho -o si quieres repetir, puedes ir a nuestro Soy Ejemplo del mes, para alinearte con la SEGURIDAD y la SABIDURÍA, que ya están en ti.
Recuerda que Eres Ejemplo, que siempre hay mucho por Aprender y que lo que Aprendes debes Integrarlo.
Saca el máximo provecho de las herramientas prácticas que te compartimos en Aplica y finalmente Conecta antes de corregir