Continuando con nuestra serie de emociones en este mes, hoy tenemos un invitado un tanto rechazado: El miedo.
¿Quién creería que una emoción cuya raíz es tan noble, pueda llegar a ser tan rechazada, despreciada o negada?
El miedo originalmente es de nobles intenciones. El miedo vive en la historia de la humanidad, porque quizá gracias a él, de alguna manera, existe la humanidad.
Aunque suene raro, es cierto. El miedo ha permitido que la humanidad se haya perpetuado, y es que justamente el mensaje que trae el miedo nos ha ayudado a existir hasta ahora.
Juguemos de nuevo a imaginarnos esta emoción, el miedo, como un mensajero, ¿qué mensaje crees que trae para ti?
(Recuerda que puedes ir a los artículos y las transmisiones pasadas de Tiempo en Familia donde hablamos de la Alegría y Tristeza y, estar pendiente de las siguientes entregas para aprender más sobre las emociones)
Pues el mensaje central del miedo para ti y para todos es:
¡Cuídate, mantente a salvo!
El miedo es como esa alarma interna que te recuerda que eres responsable de tu bienestar y cuando tienes personas a cargo, suena más fuerte como un recordatorio de que otros dependen de ti, de tu protección, de la provisión que puedes procurar y si lo vemos más desde “el Einstein” que todos tenemos dentro y menos desde “el Cavernícola” -revisa el artículo-, es un recordatorio para que no olvides amar, desarrollar y fortalecer el vínculo con aquellos que son importantes para ti, con la mirada puesta en prosperar.
El tema a cuidar con el miedo es desarrollar la maestría en reconocer qué miedos son reales y cuáles no, ya que lo que sucede en nuestro cerebro ante el miedo es igual, sin importar si el miedo es real, físico y tangible o si tan sólo es algo imaginario o que no ha pasado en otro lugar más que en nuestra cabeza.
Normalmente un miedo que requiere acción inmediata e instintiva para proteger tu vida o la de aquellos que están a tu alrededor y son importantes para ti, pasa de inmediato y suele ser muy efectivo. Por ejemplo, ante riesgo de accidentes, como en un frenazo en el auto.
Pero cuando el miedo que nos “persigue” es uno que nos da tiempo de pensarlo, de analizarlo y de “darle vueltas”, suele tratarse de miedo imaginario, que está en dos lugares donde no sucede la vida:
En el pasado o en el futuro y conlleva a cosas como la depresión y/o la ansiedad.
Esos miedos, si dejamos que nos ocupen la mente todo el tiempo, se vuelven malos consejeros, se vuelven nuestros guías para educar, se vuelven nuestros consejeros financieros y de pareja, entre otros.
Así que la invitación que quiero dejarte hoy es atreverte a mirar el miedo de frente y cuando sea uno de esos que podría clasificarse en ese grupo de miedos imaginarios, hazle pasar por los siguientes filtros:
- ¿Esto realmente ataca mi sobrevivencia o la de las personas que me rodean?
- ¿En qué tiempo está este miedo? ¿Es del pasado, está pasando -normalmente no-, o creo que podría pasar?
- Si es del futuro, ¿qué podría hacer yo al respecto? ¿Cómo puedo minimizarlo, prevenirlo o afrontarlo?
Si pasas los miedos por estos filtros vas a estar entrenándote, a tus hijos y familia para recordar que tenemos muchos caminos para afrontar lo que la vida nos presenta y que juntos podemos aprender a enfocarnos en soluciones.
Déjanos saber si te ha gustado el artículo, lee el anterior si te lo perdiste y cuéntanos sobre qué quieres hablar o profundizar. NO te pierdas el siguiente artículo y te invito a que nos conectemos al Tiempo en Familia UNOi de este martes 15 de septiembre a las 5:00 pm en el Facebook de UNOi, para aprender más sobre nuestras emociones.
Por lo pronto te proponemos seguir comprendiéndonos y a los que amamos para que podamos conectar y desde allí prosperar.
Si quieres conocer más sobre educación consciente y más puedes seguirme en @vivianjimenez.trascende
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