De acuerdo a UNICEF, los niños, niñas y adolescentes con alteraciones en su salud mental va en aumento. Para 2019 más del 20% de ellos sufrían de trastornos; luego de la pandemia esta cifra se cuatriplicó.
Las secuelas del confinamiento siguen siendo objeto de estudio y en este caso particular, las dejadas en la salud mental de niños, niñas y adolescentes han llamado la atención de organizaciones como UNICEF, psicólogos, psiquiatras y académicos alrededor del mundo.
Aunque a veces se asume que la infancia y la adolescencia son etapas libres de preocupaciones, hasta el 20% de los niños y los adolescentes tienen un trastorno mental diagnosticable, afirmaba UNNICEF en 2019, antes de la pandemia.
Sin embargo, una vez levantadas las restricciones de contacto, circulación y luego de todo un año escolar en virtualidad el porcentaje reportado por esta ONG subió drásticamente.
De acuerdo a los cálculos realizados por UNICEF, los trastornos de ansiedad o depresivos casi se han cuadriplicado, pasando del 1,1% al 4%. Otros diagnósticos, como déficit de atención e hiperactividad y los trastornos de conducta han subido del 2,5% al 7%.
¿Qué pasa en Colombia?
Colombia también hizo parte de las estadísticas. Luego de los aislamientos más largos y demandantes, el DANE, publicó el estudio ‘Salud Mental en Colombia: un análisis de los efectos de la pandemia’, que incluyó el tema de la salud mental en preadolescentes y adolescentes, asegurando que el 52.2 %, entre 12 y 17 años, presentaban por lo menos uno o dos síntomas de ansiedad.
Adicionalmente una de las conclusiones a las que llegaron fue que “según los resultados de la Encuesta de Pulso Social de junio -2021- la población de 10 a 24 años es quien más se ha visto afectada por COVID-19 al presentar el mayor porcentaje (41,2%) sobre haber sentido preocupación o nerviosismo en la última semana.”
Señales de alarma
La organización ‘Healthy Children’ hizo un barrido de los signos de alarma que pueden presentar un niño, niña o adolescente que está sufriendo una afectación en su salud mental de acuerdo a la etapa de desarrollo. En este sentido, los profesionales también aclaran que al igual que con los adultos no existe una manera estandarizada de exteriorizarlos, pero se guían por las señales más comunes.
Bebés, niños pequeños de 1 a 3 años y mayores: pueden mostrar regresión en los progresos de desarrollo.
- Irritabilidad, remilgos, sobresaltos y llantos con mayor frecuencia, adicionalmente existe mayor dificultad para consolarlo.
- No conciliar el sueño con facilidad y despertarse más durante la noche.
- Náuseas, vómitos, estreñimiento o heces blandas.
- Dolor de estómago.
- Ansiedad de separación
- Tiene miedo a socializar o de salir a explorar.
- Golpea, se frustra, muerde o tiene berrinches con más frecuencia o más intensos.
- Moja la cama después de haber aprendido a ir al baño.
- Comportamientos agresivos.
Niños mayores y adolescentes: pueden mostrar señales de angustia.
- Cambios en el estado de ánimo frecuentes y poco comunes
- Irritabilidad, sentimientos de desesperanza ira, furia exacerbados
- Conflictos frecuentes con sus amigos y familia.
- Alejarse de relaciones personales.
- Tendencia a la introspección, por ejemplo, dejar de enviar mensajes de texto o contactar a sus amigos por chats
- Pérdida de interés en las actividades que disfrutaba antes.
- Se le dificulta dormir o permanecer dormido, o está durmiendo a todas horas.
- Cambios de peso o patrones alimentarios, tales como nunca no tener hambre o comer todo el tiempo.
- Problemas de memoria, razonamiento o concentración.
- Menos interés en sus tareas escolares y un decaída en su esfuerzo académico.
- Cambios en la apariencia, falta de higiene básica.
- Incremento en comportamientos riesgosos o imprudentes como el consumo de drogas o alcohol.
- Pensamientos sobre la muerte y el suicidio Hablar constantemente de esto.
¿Cómo ayudar a niños o adolescentes con problemas mentales?
Cuidar de sí mismo es el primer paso para marcar la pauta. Así lo afirma La organización ‘Healthy Children’ dentro de sus recomendaciones para apoyar a los niños y adolescentes que están atravesando por problemas en su salud mental; lo segundo, según ellos, es entender que los padres, madres y cuidadores son quienes establecen el tono del hogar.
Si ellos expresan pensamientos negativos, estos se transmiten a todos en el núcleo familiar, afectando negativamente a los más jóvenes. Puede ser difícil mantenerse positivo, pero comunicarse de forma asertiva y consistente de que la situación mejorará, ya implica una mejoría de la percepción general.
Si conoces familias que estén atravesando por una crisis de salud mental o en tu familia hay miembros que padecen enfermedades de este tipo, recuerda que existen redes de apoyo a nivel nacional, departamental y municipal que pueden ayudarlos. Consulta aquí la compilación hecha por el Ministerio de Salud y coméntanos qué estrategias usas para buscar el bienestar emocional en tu hogar.