No siempre es mala conducta, a veces la culpa la tiene “el cerebro del cerebro” UNOi Colombia 11 octubre, 2021

No siempre es mala conducta, a veces la culpa la tiene “el cerebro del cerebro”

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Hay una relación inversa entre las funciones ejecutivas y la conducta agresiva. Es decir, altas puntuaciones en problemas de conducta coinciden con bajas en las pruebas de funcionamiento ejecutivo, por eso resulta de vital importancia trabajar el proceso de desarrollo de las funciones ejecutivas en la escuela.

¿Conocés chicos que …

  • tienen dificultad para terminar una tarea?
  • Les cuesta concentrarse y se distraen con facilidad?
  • pierden cosas con frecuencia?
  • tienen dificultad para planificar un trabajo o actividad?
  • tienen problemas para memorizar datos, organizar ideas por escrito, completar o entregar tareas?
  • se olviden lo que acaban de escuchar?
  • tienen dificultad para seguir instrucciones?

Cuando suponemos que estas situaciones se deben simplemente a un tema de conducta o actitud, podríamos pensar que los chicos no se esfuerzan lo suficiente o que la escuela es muy exigente para ellos, y enviarles mensajes como que ellos no son muy aplicados, o que no se preocupan lo suficiente, lo que podría dañar su auto confianza. Sin embargo, estas son algunas señales de dificultad del funcionamiento ejecutivo.

Las funciones ejecutivas son habilidades cognitivas, es decir actividades mentales, complejas, necesarias para planificar, organizar, y básicamente alcanzar una meta. Las funciones ejecutivas son habilidades de auto regulación esenciales para hacer y relacionarnos con el entorno que nos rodea. Son algo así como “el cerebro del cerebro”; un control consciente de nuestras conductas y de nuestro pensamiento.

Las usamos, por ejemplo, para recordar cosas, decidir a qué le prestamos atención y cuánto tiempo le dedicamos de nuestra atención. Además, son fundamentales para tomar buenas decisiones, planificar y solucionar problemas de manera efectiva.

Y como si fuera poco, las funciones ejecutivas correctas permiten que el cerebro construya el concepto emocional más útil en una situación dada. Es decir, la mejor respuesta emocional. Lo que muchos llaman control de las emociones.

Los alumnos con funciones ejecutivas poco desarrolladas son más desorganizados que otros, pierden mucho tiempo al intentar hacer cosas relativamente fáciles como comenzar una actividad, y hacer la tarea pareciera una tarea de titanes cuando se les pierden las hojas o dejan siempre todo para último momento y no logran terminar aquello que empiezan.

Muchas veces, en la escuela, los docentes tienen alumnos muy ansiosos, que les cuesta adaptarse, que no pueden responder a las exigencias académicas. Son alumnos que  prometen que el año que viene será diferente. Sin embargo, llega el próximo año y la historia se repite. Cuando la escuela no puede identificar que el verdadero problema detrás de la falta de método, de atención o concentración, podría ser una cuestión relacionada a las funciones ejecutivas, podría estar  enmascarando  las causas reales lo que no les permitiría buscar soluciones al problema.

Algunas funciones ejecutivas son clave para el desarrollo cognitivo temprano. Estas son: la atención, los procesos de control inhibitorio o capacidad de autocontrol, la memoria de trabajo (que permite mantener información en la mente para poder operar con ella) y la flexibilidad cognitiva o flexibilidad atencional, entre otras. Los niños no nacen con estas funciones, nacen con el potencial para desarrollarlas. Durante la niñez y la adolescencia, las funciones ejecutivas mejoran continuamente.

Es entre los seis y ocho años en donde los niños adquieren la capacidad de autorregular sus comportamientos y conductas, pero algunas funciones ejecutivas siguen desarrollándose hasta los 25 años de edad, o inclusive un poco más.

Los chicos no pueden demostrar habilidades que no han adquirido, sin embargo, a través del trabajo del docente con estrategias específicas y el acompañamiento de la familia, estas habilidades pueden desarrollarse.
Diversos estudios sugieren una relación inversa entre las funciones ejecutivas y la conducta agresiva en las personas. Es decir, altas puntuaciones en los problemas de conducta coinciden con bajas puntuaciones en las pruebas de funcionamiento ejecutivo, por lo tanto, resulta de vital importancia trabajar el proceso de desarrollo de las funciones ejecutivas en la escuela. Esto se logra a través de algunas estrategias específicas, pero, además, a través de otras muy sencillas, como por ejemplo permitiéndoles a los alumnos tomar decisiones sobre el tipo de actividades que prefieren hacer, o planificar objetivos, como así también utilizar recursos para el desarrollo de la memoria y la atención.

Gracias a la plasticidad cerebral somos capaces de modificar hábitos o conocimientos predeterminados y aprender cosas nuevas. A fin de entrenar las funciones ejecutivas, podemos:

  • Trabajar con juegos de mesa y actividades para desarrollar la memoria y la concentración.
  • Brindarles un tiempo libre a los alumnos para que decidan qué hacer: terminar una tarea, repasar, organizar la próxima materia.
  • Trabajar con talleres de arte o ajedrez para entrenar la paciencia, la toma de decisiones, la resolución de problemas, etc.
  • Trabajar con límites de tiempo.
  • Incorporar el uso de una agenda.
  • Listados de tareas para ir marcando las que van completando.
  • Establecer rutinas.
  • Incorporar el mindfulness en el aula.

…entre otras.

En el hogar, también se puede trabajar el desarrollo de las funciones ejecutivas.

Les comparto algunas ideas para trabajar la atención, la memoria, la impulsividad, la planificación, la anticipación, y la  memoria de trabajo, entre otras:

  • Copiar un dibujo al tiempo de ir contando del 100 al 1.
  • Copiar un texto al tiempo de recitar las tablas.
  • Contar del 1 al 100 y cada vez que aparezca el 3 (solo o combinado con otro número, por ejemplo 23) o un múltiple de 3, decir una palabra cualquiera.
  • Si una afirmación es verdadera, aplaudimos; si es falsa, pisamos fuerte.
  • Decir lo contrario de lo que se escucha.
  • Tareas de cálculos mentales.
  • Aplaudir al ritmo de una canción.
  • Completar o descifrar códigos.
  • Seguir trayectorias con el lápiz.
  • Laberintos gráficos.
  • Buscar las diferencias, juegos de coincidencias.
  • Recordar imágenes.
  • Juegos varios (cubo mágico, juegos de cartas, de dados, “Simón dice”, juegos de mesa, rompecabezas, etc)
  • Emparejar palabras que tengan alguna relación entre sí.
  • Acertijos, realizar dibujos utilizando, por ejemplo tres líneas rectas.
  • El deporte.

Una actividad que permite trabajar muchas funciones ejecutivas al mismo tiempo es el ajedrez. A través de una partida de ajedrez, se ponen en juego la atención, la anticipación, la planificación, la paciencia, la resiliencia, la estrategia, el manejo de las frustraciones, el manejo de la impulsividad, entre otras.

Como hemos visto, algunos chicos tienen dificultades para enfocarse, concentrarse o terminar sus tareas. Debido a que no todas las personas tienen el mismo nivel de desarrollo de las funciones ejecutivas es bueno identificar qué áreas necesitan más apoyo o trabajo. Algunos niños se beneficiarían también de ir a una escuela que pueda ofrecer aulas con menos alumnos, con mucha estructura y organización, y un apoyo más personalizado del docente.

En casos más complejos, un bajo desarrollo de las funciones ejecutivas puede deberse a altos niveles de estrés o ansiedad en las familias, como así también a trastornos o patologías neurológicas. En caso de sospechar que esto pudiera ocurrir, existen profesionales de la salud mental quienes, a través de estudios pueden identificar trastornos cognitivos. Una vez detectada alguna limitación, se debe trabajar en conjunto, profesional, escuela y familia, para desarrollar un sistema de apoyo tendiente a brindarle al alumno herramientas que le permitan mantenerse organizado, ayudarlos en el manejo del tiempo, técnicas para mejorar su organización, su atención, etc.

En el ámbito académico, el correcto funcionamiento de las funciones ejecutivas son predictivas del éxito a lo largo de los años escolares, desde el preescolar hasta la universidad. Sin embargo, cuando los chicos tienen la oportunidad de trabajar el desarrollo de las estas habilidades no sólo les irá mejor en sus estudios, sino también en la vida. Las funciones ejecutivas les permiten a los chicos relacionarse mejor, trabajar en equipo,  tomar mejores decisiones, adaptarse, controlar la impulsividad,  etc, lo que se traduce en mejores ciudadanos. A la vez tienen un impacto en la salud, lo que les permitirá tomar mejores decisiones en relación a su alimentación, actividad física, buenos hábitos y mantenerse alejados de abusos tóxicos. Por otro lado, el buen funcionamiento de las funciones ejecutivas impacta en la vida laboral y profesional, al permitirles tomar mejores decisiones, permanecer enfocados y concentrados por más tiempo, tomar mejores decisiones, planificar y adaptarse mejor a los cambios, etc.

Brindarles a los alumnos las mejores herramientas para su vida adulta es un tema demasiado importante como para trabajar este tema de manera aislada. Para mejorar el desarrollo de las funciones ejecutivas se requiere de tiempo y repetición. El trabajo transversal y sostenido en el tiempo será, por lo tanto,  de vital importancia, así como también alentar a los docentes a profundizar sus conocimientos sobre estos temas para poder brindarles a los alumnos una educación más integral. Después de todo, de nada sirve ser muy inteligente, si no podemos comenzar y terminar un proyecto en tiempo y forma, planificar, organizar nuestro tiempo, tomar buenas decisiones, manejas los impulsos o relacionarnos de maneras positivas con nuestro entorno.

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